​Las turberas son humedales en los que se produce una acumulación superficial de material orgánico semi descompuesto, que se conoce como turba. Este material es principalmente de origen vegetal, y se ha acumulado durante miles de años. En su ambiente natural no se descompone gracias a que el mismo está saturado de agua. Por esto, se dice que las turberas son sumideros de CO2, Acumulan biomasa secuestrando el mayor porcentaje de carbono orgánico del planeta. Además brinda variedad de servicios al ecosistema, como regulación de los ciclos hidrológicos, conservación de especies vegetales y animales y poseen un gran valor científico y arqueológico.

Desde hace años, las turberas están siendo gravemente degradadas. Son drenadas para utilizar el terreno para otros fines, o se extrae la turba para su utilización como combustible o sustrato para la agricultura. Esto provoca grandes emisiones de CO2 a la atmósfera, y genera desequilibrios ambientales graves e irreversibles. 

Desde el sector de la agricultura y la jardinería, ¿cómo podemos ayudar a conservar estos ecosistemas?

Sustitución de la turba en formulación de sustratos: Los avances tecnológicos e investigaciones científicas actuales nos permiten desarrollar productos más eco-lógicos y sofisticados sin necesidad de extraer recursos no renovables. A partir de estos productos, (como pueden ser las fibras de madera, fibras de coco, cortezas envejecidas, compost, entre otras), podemos reemplazar la turba total o parcialmente, reduciendo su consumo y extracción. 

De esta manera, todos los involucrados en la utilización de sustratos de cultivo podemos  aportar nuestro grano de arena por un ecosistema más sano.